El debate sobre los fondos soberanos
Economista Jefe Banco de Chile
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Rodrigo Aravena
Las finanzas públicas han vuelto a estar en el centro de atención, principalmente por el debate que se ha generado respecto al uso de recursos de los fondos soberanos, específicamente del Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES). Realmente me parece muy importante que exista una discusión en torno a un tema tan relevante para el país (sobre todo en el actual escenario), más aún al considerar que ésta requiere un alto contenido técnico. Sin embargo, creo que es aún más importante que exista un entendimiento común respecto del rol que tiene el FEES y los puntos en los cuales debiese centrarse este debate. En este sentido, me parece fundamental destacar los siguientes tres aspectos:
Primero, que esta es una discusión orientada al financiamiento de los déficits fiscales. Lo que quiero enfatizar es que esta NO es una discusión sobre el gasto de gobierno ni mucho menos sobre el presupuesto del próximo año. Desde hace casi dos décadas, Chile ha seguido una regla basada en parámetros estructurales, donde sólo una vez que se realizan los ajustes cíclicos, se determina el gasto y sus necesidades de financiamiento, se discute la necesidad (o no) de uso de FEES. Por lo tanto, es importante no caer en el error (o en la tentación) de considerar esta discusión como determinante del gasto ni mucho menos. Al final del día, las discusiones de gasto y financiamiento, si bien ocurren al mismo tiempo, son distintas.
En segundo lugar, creo que es necesario que exista una discusión técnica sobre los criterios de uso del FEES, principalmente con el objetivo de contar con un marco de referencia y reducir la discrecionalidad de su uso. Esta discusión es necesaria, entre otras razones, porque existen argumentos en distintas direcciones: por ejemplo, las bajas tasas de interés podrían sesgar a algunos hacia la decisión de incrementar las emisiones de deuda; mientras que la expectativa de que el actual déficit es transitorio, si es que se cree que habrá una recuperación en el precio del cobre y en el crecimiento, podrían justificar el uso de parte del FEES (dado que en el futuro se podrían recuperar dichos recursos). Además, se debe recordar que las decisiones de financiamiento poseen impactos en los mercados financieros (sobre tasas de interés y/o tipo de cambio), lo cual también debe ser considerado y evaluado desde un punto de vista técnico.
En tercer lugar, hay que considerar que no es lo mismo generar un cambio en el balance a través de un aumento de pasivos respecto de una disminución de activos (emisiones de deuda versus uso de fondos soberanos, por ejemplo). Si bien en ambos casos el resultado es el aumento de la deuda fiscal neta, uno se realiza a través de una caída en el ahorro neto, mientras que el otro, mediante un aumento en la deuda bruta. Pese a que podemos pensar que la mejor medida de la posición financiera es la deuda fiscal neta, una gran parte del mercado internacional sigue con mucha atención la evolución de la deuda bruta (entre otras cosas, porque resulta más comparable), la cual es importante en la percepción que existe del país.
Dicho lo anterior, creo que es importante no olvidar que la discusión de fondo es el desafío de reducir los déficits fiscales en el futuro. En gran medida, estamos discutiendo este tema, principalmente, porque éstos han sido más persistentes de lo esperado y, como consecuencia, la deuda fiscal neta ha subido casi 20 puntos del PIB desde el 2008. Junto a esta tendencia, hay varias razones para pensar que la caída del cobre y del PIB serán más persistentes y que debemos hacer esfuerzos para adaptarnos a esta nueva realidad. De esta manera, es fundamental estar conscientes de la importancia de mantener una trayectoria de déficit fiscales decrecientes y sentar las bases para que la posición fiscal siga siendo uno de los principales activos que posee el país.